A las delegaciones de fútbol de Italia y Argentina

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
A LOS COMPONENTES DE LAS DELEGACIONES 
DE LAS SELECCIONES NACIONALES DE FÚTBOL 
DE ITALIA Y ARGENTINA

Sala Clementina
Marte
s 13 de agosto de 2013

Queridos amigos:

Os agradezco esta visita, con ocasión del partido amistoso entre los equipos nacionales de fútbol de Italia y Argentina. Será un poco difícil para mí alentar a uno, pero por suerte es un amistoso… y que sea verdaderamente así, ¡os lo recomiendo!

Agradezco a los dirigentes de la Federación italiana de fútbol y a los de la Federación argentina. Saludo a los atletas de los dos equipos nacionales.

Vosotros, queridos jugadores, sois muy populares: la gente os sigue mucho, no sólo cuando estáis en el campo sino también fuera. Esto es una responsabilidad social. Me explico: en el juego, cuando estáis en el campo, se encuentran la belleza, la gratuidad y el compañerismo. Si a un partido le falta esto pierde fuerza, incluso si el equipo gana. No hay sitio para el individualismo, sino que todo es coordinación para el equipo. Tal vez estas tres cosas: belleza, gratuidad y compañerismo se resumen en un término deportivo que nunca se debe abandonar: «aficionado», amateur. Es verdad que la organización nacional e internacional profesionaliza el deporte, y debe ser así, pero esta dimensión profesional nunca debe dejar de lado la vocación inicial de un deportista o de un equipo: ser amateur, «aficionado». Un deportista, incluso siendo profesional, cuando cultiva esta dimensión de «aficionado», hace bien a la sociedad, construye el bien común a partir de los valores de la gratuidad, del compañerismo y de la belleza.

Y esto os lleva a pensar que, antes de ser campeones, sois hombres, personas humanas, con vuestras fortalezas y vuestros defectos, con vuestro corazón y vuestras ideas, vuestras aspiraciones y vuestros problemas. Entonces, incluso si sois personalidades, seguís siendo hombres, en el deporte y en la vida. Hombres, portadores de humanidad.

A vosotros dirigentes, desearía dar un aliento para vuestro trabajo. El deporte es importante, pero debe ser auténtico deporte. El fútbol, como algunas otras disciplinas, se ha convertido en un gran «business». Trabajad para que no pierda el carácter deportivo. También vosotros promoved esta actitud de «aficionados» que, por otra parte, elimina definitivamente el peligro de la discriminación. Cuando los equipos van por este camino, el estadio se enriquece humanamente, desaparece la violencia y vuelven a verse a las familias en la tribunas.

Yo recuerdo que de chicos íbamos en familia al Gasómetro, íbamos en familia, papá, mamá y los chicos. Volvíamos felices a casa, por supuesto, ¡sobre todo durante la campaña del 46! A ver si alguno de ustedes se anima a hacer un gol como el de Pontoni, allí, ¿no? Saludo de modo especial a los directivos y deportistas argentinos. Gracias por esta visita, tan agradable para mí. Les pido que vivan el deporte como un don de Dios, una oportunidad para hacer fructificar sus talentos, pero también una responsabilidad. Queridos jugadores, quisiera recordarles especialmente, que con su modo de comportarse, tanto en el campo como fuera de él, en la vida, son un referente. El domingo pasado hablaba por teléfono con unos muchachos de un grupo, querían saludarme, charlé como media hora con ellos, y por supuesto el gran tema de esos muchachos era el partido de mañana. Iban enumerando a varios de ustedes, y decían: «No, este me gusta por esto, este por esto, este por esto». Ustedes son ejemplo, son referentes. El bien que ustedes hacen es impresionante. Con su conducta, con su juego, con sus valores hacen bien, la gente los mira, aprovechen para sembrar el bien. Aunque no se den cuenta, para tantas personas que los miran con admiración son un modelo, para bien o para mal. Sean conscientes de esto y den ejemplo de lealtad, respeto y altruismo. Ustedes también son artífices del entendimiento y de la paz social, artífices del entendimiento y de la paz social, que necesitamos tanto. Ustedes son referencia para tantos jóvenes y modelo de valores encarnados en la vida. Yo tengo confianza en todo el bien que podrán hacer entre la muchachada.

Queridos amigos, rezo por vosotros, para que podáis llevar adelante esta vocación tan noble del deporte. Pido al Señor que os bendiga y a la Virgen Madre que os proteja. Y, por favor, os pido que recéis por mí, para que también yo, en el «campo» en el que Dios me puso, pueda jugar un partido honrado y valiente para el bien de todos nosotros. Gracias.